viernes, 25 de septiembre de 2009

Carta argumentativa Nº 2

Carta en respuesta a la carta de Victoria, en lalycps.blogspot.com, que a su vez es una respuesta a la primera carta de Eduardo.

Victoria:

Si debo serte sincero, supongo que debo admitir que tu carta, en lugar de aliviar (aunque fuera mínimamente) mi dolor, lo agudizó aún más. Especialmente una palabra, que todavía suena en mi cabeza: "nunca". ¿Por qué nunca, Victoria, por qué? Tu carta es cruel, tu carta me duele. Me comparás con un animal, y no hay nada más lejano a lo animal que lo que siento por vos.

Me pedís comprensión, pero no buscás entenderme. Yo sé que no estoy loco, que lo que veía en tus ojos cuando hablábamos existió, que no fue solamente un espejismo, una ilusión.

Muchas cartas han sido escritas por muchos hombres a lo largo de la historia; rechazadas, destruídas, contestadas. Pero los sentimientos, la pasión que admirás en Romeo o en Werther, son iguales; el fuego es el mismo, aún más fuerte. Lo único diferente sos vos, y quizás yo. Mi amor es único porque, a pesar de las Julietas verdaderas y las de papel, nunca existió en el mundo una mujer como vos. Y no entiendo qué es lo que hace que este amor hermoso y avasallante que siento por vos te lastime.

Entiendo que pienses que, si no hablás conmigo, todo va a pasar, con el tiempo o con la ausencia. Pero te equivocás. Cada mirada que me negás, cada saludo que muere en tu boca, cada roce que evitás, me atrae más hacia vos. Nada podrá convencerme de que no somos uno para el otro, sólo falta que lo entiendas vos. Yo, mientras, voy a esperar. Todo lo que sea necesario.

Y si es preciso que vuelva a pararme sobre el escritorio, lo voy a hacer. ¡Y no van a alcanzarme miles de escritorios, y millones de compañeros de trabajo para gritarte lo que siento!

Voy a estar en todas partes, Victoria. Cuando mires por la ventana de tu departamento, cuando viajes en un colectivo y confundas mi cara con la de un desconocido, cuando por la radio pasen los temas que descubrimos juntos, cuando al fin te des cuenta, porque ya no puedas negarlo, de que sentís lo mismo que yo. Yo, que voy a seguir esperando. Aunque no quieras darte cuenta, aunque huyas, voy a seguir ahí. Y si esta carta no cumple con su cometido, llegarán otras. Muchas otras, hasta que digas que sí.

Espero

Eduardo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario