domingo, 19 de julio de 2009

Información para extranjeros

Bien, me apresto a compartir - parte de - la información que poseo hasta ahora (todo sería demasiado):

El ministerio japonés de Salud, Trabajo y Bienestar Social, define a los Hikikomoris como individuos que se resisten a abandonar el hogar de sus padres y se aíslan de la sociedad por un período que excede los seis meses. El período varía dependiendo de la situación y de la persona, pero en casos extremos, pueden pasar en sus cuartos más de diez años (hay un caso de un hombre que pasó 30 años encerrado, desde los 15 hasta los 45).
La mayor parte del los hikikomoris son varones, y primogénitos. En las últimas dos décadas, se produjo en Japón una alarmante caída de la natalidad, con muchas familias que optaron por tener sólo un hijo. Al darse esta situación, la presión sobre estos chicos es inmensa.
Japón es un país que no cuenta con variedad de recursos naturales, de modo que la industria se ha desarrollado mucho, y el estudio es la manera de "hacerse un lugar" en una sociedad hipercompetitiva. En un país donde fracasar no es una opción, las presiones comienzan para los niños ya en la escuela primaria. Pero el punto álgido se da en el ingreso a la universidad. Las universidades más prestigiosas son las universidades públicas de las metrópolis más importantes; entre ellas, la principal es la Universidad de Tokio. Para ingresar a las unviersidades, los jóvenes deben dar dos exámenes, uno nacional, y otro proveniente de la universidad a la que desean ingresar. Estos exámenes son increíblemente exigentes. Los aspirantes pasan cerca de un año preparándose previamente, y la mayoría no logra su meta. La entrada a la universidad es tan importante porque la mayor parte de los trabajos se dan en relación con el nombre de la universidad en la que se haya estudiado, y no en base al desempeño. La mayor parte de los jóvenes que no logran entrar, pasan un año preparándose nuevamente para el exámen, y algunos no logran ingresar hasta al séptimo intento.
A nivel social y familiar, Japón posee una "cultura de la verguenza", donde la imagen pública es extremamente importante. En una sociedad que ha desarrollado su tecnología a altísimos niveles, muchas veces ésta suple la comunicación familiar. En la familia japonesa, la relación entre la madre y el hijo es denominada amae, que significa que hay un lazo de por vida entre madre e hijo, donde el hijo seguirá dependiendo emocionalmente de la madre. El padre no es considerado responsable de la crianza de sus hijos, y usualmente no hay una comunicación fluída con ellos, ya que, además, el padre pasa muchas horas trabajando y fuera de la casa. Además, el crecimiento económico posibilita que muchos jóvenes sean "mantenidos" por sus padres, aún entrada la adultez.
Muchos jóvenes comienzan a no poder soportar las expectativas que se sitúan sobre ellos, y su modo de rebelarse - a diferencia de los jóvenes de los países occidentales, que pueden comenzar con trastornos alimenticios, unirse a una "gang", etc - es encerrándose en sus cuartos, y negarse a tener contacto con el resto del mundo.
Las señales precursoras de que un jóven va a tomar la decisión de encerrarse tienen que ver, en general, con el abandono de la escuela, donde muchos de ellos son burlados y tienen pocos - o ningún - amigos. Los hikikomoris tienen mayoritariamente entre 15 y treinta años, y pasan su tiempo encerrados en alguna de las habitaciones de sus hogares. La mayoría de ellos son varones, y fueron alumnos brillantes que se hartaron de las exigencias de su entorno. Además, algunos sienten que no hay nada que deseen hacer en su vida, y prefieren encerrarse antes que salir y arriesgarse a fracasar. Duermen cerca de doce horas por día, y se mantienen despiertos durante la noche. Muchos de ellos tienen su único contacto con el mundo exterior a traves de la TV, los videojuegos y los manga; aunque también hay algunos que no poseen ninguno de estos objetos, y pueden pasar horas y horas con los ojos fijos en la pared, sin hacer nada. Algunos adoptan comportamientos obsesivos o depresivos, y hay otros que acaban suicidándose o llevando a cabo acciones de violencia - por ejemplo, hubo un hikikomori que mantuvo secuestrada a una jóven durante 9 años; u otro que subió a un colectivo y asesinó a varios pasajeros -. Es común que haya hikikomoris que salgan de sus hogares cada tanto, de noche, y compren comida u otras cosas en los konbini -especie de multiservicios abiertos las 24 hs -.
El hecho de tener un hijo hikikomori es considerado un motivo de verguenza, y los padres suelen ocultarlo incluso a sus familiares más cercanos, y rehusarse a buscar ayuda. Cuando finalmente lo hacen, es una ardua tarea reincorporar al hikikomori a la sociedad, ya que en su tiempo de encierro pierde la mayor parte de sus habilidades sociales, y, obviamente, no poseen estudios ni experiencia laboral, lo que les dificulta insertarse en el mercado.

En fin... tengo mucha más info, pero creo que esto es suficiente para entender el fenómeno de un modo más claro.
Au revoir...
Los mantendré al tanto, Bel

1 comentario:

  1. Muy interesante. Me gusta, me gusta el tema. Siempre me atrajeron mucho las culturas orientales (y todo el tema del Otro en general), los estudios orientales me parecen interesantísimos. Y no dudo que para entender todo el fenomeno necesitas mucha investigación. Así que seguinos contando más, nos leemos,
    Emilia

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